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Podía escuchar su propio respirar. Nadie tenía que recordarle que respirase
profundamente: su cuerpo se lo pedía. Había empezado a hacerlo por la boca.
Quienquiera que estuviese cuidando de ella se fijó en esto, y le dio agua más a menudo.
Pequeñas cantidades para humedecerle la garganta. El agua le hizo preguntarse qué
sucedería si tenía que ir al lavabo, pero el problema no se produjo.
Trocitos de comida le eran puestos en la boca. No sabía lo que era, no podía
saborearla, pero parecía darle fuerzas.
En cierto momento reconoció a Ahajas, la compañera femenina de Nikanj, como la
propietaria de las manos que le daban el agua y la comida. Al principio se sintió
confundida, y se preguntó si la habrían sacado de la selva y llevado a la vivienda familiar.
Pero, cuando hubo luz, pudo volver a ver la cúpula vegetal..., verdaderos árboles
cargados de epífitas y lianas. Un nido de termitas, redondeado y del tamaño de un balón,
colgaba de una rama, justo encima de ella. Nada como esto existía en las ordenadas y
tan cuidadas zonas de vivienda oankali.
De nuevo se perdió. Luego se dio cuenta de que no siempre había estado consciente.
Y, sin embargo, jamás le pareció haber dormido. Y nunca soltó a Nikanj. No podía dejarlo:
él le había congelado las manos, los músculos, en posición, para formar una especie de
entablillado vivo que lo sujetase mientras se curaba.
En ciertas ocasiones su corazón latía deprisa, atronando en sus oídos como si hubiera
estado corriendo a tumba abierta.
Dichaan se hizo cargo de la tarea de darle agua y comida y protegerla de los insectos.
Los tentáculos de la cabeza y el cuerpo no dejaban de aplanársele cuando miraba a la
herida de Nikanj. Lilith logró mirar para ver qué era lo que le complacía tanto.
En principio no parecía haber nada de lo que estar complacido: la herida supuraba
fluidos que se tornaban negros y hedían. Lilith tenía miedo de que hubiera cogido algún
tipo de infección, pero no podía hacer nada al respecto. Al menos ninguno de los insectos
locales parecía atraído por ella. Y probablemente tampoco lo estarían los
microorganismos. Lo más posible era que Nikanj hubiera traído con él al terreno de
entrenamiento lo que fuese que le estuviera provocando esa infección.
Al cabo, la infección pareció irse curando, aunque continuaba fluyendo de la herida un
líquido claro. Y Nikanj no la soltó hasta que dejó de fluir por completo.
Lilith comenzó a desperezarse lentamente, y a darse cuenta de que durante un largo
tiempo no había estado del todo consciente. Era como si de nuevo se estuviera
Despertando, tras la animación suspendida; sólo que esta vez sin dolor. Los músculos
que deberían de haber aullado al moverlos tras estar quieta durante tanto tiempo no
protestaban en lo más mínimo.
Se movió lentamente, estirando los brazos, las piernas, arqueando la espalda contra el
suelo. Pero le faltaba algo.
Miró en derredor, súbitamente alarmada, y se encontró con Nikanj sentado a su lado,
enfocado en ella.
Estás bien le dijo, con su normal voz átona . Al principio te encontrarás un poco
mareada, pero estás bien.
Ella miró al brazo sensorial izquierdo del ooloi. La curación aún no era completa, aún
se veía lo que parecía una mala herida..., como si alguien le hubiera dado un navajazo al
brazo y sólo le hubiese hecho una herida superficial.
¿Estás bien? preguntó ella.
Él movió el brazo de un modo casual, normal, y lo usó para acariciarle la cara en un
reflejo humano adquirido.
Ella sonrió, se sentó, se agarró un momento para que se le pasase el ligero mareo y
luego se puso en pie y miró a su alrededor. No había humanos a la vista, ni oankali a
excepción de Nikanj, Ahajas y Dichaan. Éste le entregó una chaqueta y unos pantalones,
limpios. Más limpios de lo que ella estaba. Tomó la ropa y se la puso de mala gana. No
estaba tan sucia como ella se habría imaginado estar, pero, aun así, deseaba lavarse.
¿Dónde están los otros? preguntó . ¿Están todos bien?
Los humanos están de vuelta en el campamento dijo Dichaan . Pronto serán
enviados a la Tierra. Les han sido mostradas las paredes de aquí, así que saben que aún
siguen a bordo de una nave.
Tendríais que haberles mostrado las paredes en su primer día aquí.
Eso haremos la próxima vez. Ésta era una de las cosas que teníamos que aprender
de este grupo.
Mejor aún, demostradles que están en una nave en el mismo momento en que se
Despierten añadió ella . La ilusión no los conforta durante mucho tiempo, sólo los
confunde, les ayuda a cometer errores peligrosos. Yo misma había empezado a
preguntarme dónde estaríamos realmente.
Silencio. Un terco silencio.
Miró al brazo sensor de Nikanj, que aún estaba curándose.
Escúchame le dijo . Déjame que os ayude a aprender acerca de nosotros, o
habrá más heridas, más muerte.
¿Quieres caminar por la selva o vamos por el camino más corto, por debajo de la
sala de entrenamiento?
Suspiró: ella era Casandra, advirtiendo y prediciendo para una gente que se tornaba
sorda en cuanto empezaba a advertirles, a predecirles.
Vayamos por la selva contestó.
Nikanj permanecía inmóvil, muy enfocado en ella.
¿Qué pasa? preguntó Lilith.
Él rodeó su cuello con su brazo sensorial herido.
Nadie había hecho nunca lo que nosotros hemos hecho aquí. Nadie había curado
una herida tan grave como la mía, tan rápida y completamente.
No había razón para que murieses o quedases lisiado contestó ella . No pude
ayudar a Joseph, pero me alegra haberte podido ayudar a ti..., pese a que no tengo ni la
menor idea de cómo lo he hecho.
Nikanj enfocó en Ahajas y Dichaan.
¿El cuerpo de Joseph? preguntó con voz suave.
Congelado le contestó Dichaan . Esperando ser enviado a la Tierra.
Nikanj frotó la nuca de ella con el frío y duro extremo de su brazo sensorial.
Pensé que lo había protegido lo bastante dijo . Debería haber sido suficiente.
¿Está Curt con los otros?
Está dormido.
¿En animación suspendida?
Sí.
¿Y se quedará aquí? ¿No irá nunca a la Tierra?
Nunca.
Ella asintió con la cabeza.
No es bastante, pero es mejor que nada.
Tiene un talento como el tuyo le dijo Ahajas . Los ooloi lo usarán para estudiar y
explorar ese talento.
¿Talento?
Vosotros no podéis controlarlo explicó Nikanj , pero nosotros sí. Vuestros
cuerpos saben cómo hacer que algunas de sus células reviertan a un estadio embriónico.
Pueden despertar genes que la mayoría de los humanos ya no usan tras el nacimiento.
Tenemos genes comparables que se tornan durmientes tras la metamorfosis. Tu cuerpo
le enseñó al mío cómo despertarlos, cómo estimular el crecimiento de células que
normalmente no se regenerarían. La lección fue compleja y dolorosa, pero valió mucho la
pena aprenderla.
Hablas... su expresión era de duda de mi problema familiar con el cáncer, ¿no?
Ya no es un problema le corrigió Nikanj, alisando sus tentáculos corporales . ¡Es
un regalo, que me ha devuelto la vida!
¿Habrías muerto?
Silencio.
Tras un rato, Ahajas dijo:
Nos hubiera abandonado. Se hubiera convertido en Toaht o Akjai, y dejado la Tierra.
¿Por qué? preguntó Lilith.
Sin tu regalo, no hubiera podido recuperar el uso completo de su brazo sensorial. No
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