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Cuando esto oyó al león pardo que ellos amos dec�an,
tornóse e entró a la madre del león en su casa, et contól todo
cuanto oyera, despu�s quel fizo pleito e convenencia que
non lo dijiese a ninguno. Et fuese la madre del león cuando
amanesció e entró a su fijo, e violo estar triste e cuidoso, e
entendió que non era si non por la muerte de Senceba.
D�jole: �El cuidar e el pensar e la tristeza non facen cobrar
nada, mas desgastan el cuerpo, e derraman el seso e la
fuerza e enflaqu�cenlo; pues dime lo que has, et si fuere por
cosa que debamos haber tristeza, yo nin ninguno de tus
vasallos non estaremos sin cuidado, e si non es si non por
que mataste a Senceba, manifiesta cosa es que lo feciste a
tuerto e sin pecado que te �l ficiese, nin culpa nin falsedat,
nin te fue contrario en cosa; et si t� te hobieses refrenado
cuando te dijeron d�l, e hobieses pensado en su facienda, o
vieras en esto alguna presunción, estonces era razón delo
facer; que dicen que non es ninguno que mal quiera a otro o
lo aborrezca, que otro tal non sienta en su corazón. E dicen
los sabios: �Cuando quisieres saber el corazón de tu amigo,
de amar o desamar que cates al tuyo et as� lo judga.� Pues
cata t�, rey, por tu seso e por tu voluntad ver�s lo que feciste
al buey, si fue por enemistad o por achaque alguno que le
ten�as en el corazón, si merec�a �l esto; et tu voluntad te
mostrar� la verdat. Pues si t� lo feciste por derecho, por
merescimiento qu�l fizo, non debes ser triste nin pesante por
ello, ca derecho es justiciar a todo aquel que quiere ser
atrevido contra ti por escarmentar los otros. Et t�, rey, sabes
las cosas e entiendes las por tu seso e por tu sapiencia, e as�
lo vees como el homne vee su figura en el espejo claro. Pues
dime: �cu�l corazón lo ten�as antes que lo matases?�
Dijo el león: �Madre, mucho he pensado en facienda de
Senceba, e con cobdicia de lo fallar en algunt pecado por
esforzar la sospecha que le hab�a, e non lo fallo; ca yo
siempre tove a Senceba por de sano corazón, e fiaba por �l, e
pag�bame de su consejo e aprend�a d�l, e feuci�bame por �l,
e non desconoc� ninguna cosa de cuantas le ten�a en el
corazón ante que lo matase nin despu�s. Et soy mucho
repentido por lo que fiz, e soy muy pesante e he grand dolor,
et non dubdo que salvo era de lo que le apusieron e sin
sospecha; mas f�zomelo facer el falso traidor de Dimna con
su mestura, dici�ndome lo que Senceba non far�a nin osar�a.
Mas dime si o�ste alguna cosa o te fabló alguno deste
fecho�.
Dijo la madre del león: �Dijeron me que era sospechado
que lo que fizo Dimna en te enrizar contra Senceba, non fue
si non por envidia que le hab�a en su dignidad e en su
privanza.� D�jole el león: ��Qui�n te lo dijo, madre?� Dijo
ella: �El que me lo dijo rogóme que fuese poridat, e yo as�
gelo promet�, et el que es rogado por poridad debe ser fiel, e
quien descubre la poridat falsa su fieldat, et quien esto
ficiere habr� mal paso en el otro siglo, et ninguno non le
querr� descubrir m�s poridat.� Dijo el león: �Por Dios, as�
es, e verdat dices, mas esto non debe ser poridat, ca non se
debe celar nin dubdar ninguna cosa de la verdat; mas el que
la sabe debe la descobrir e testig�ela e haber� perfecto
galardón por ello. Nin debe desfacer la verdat quien la sabe,
cuanto m�s en la sangre del que murió a tuerto; ca quien
encubre la culpa del malfechor es su aparcero en el pecado.
Et el rey non debe justiciar por sospecha nin en dubda fasta
que claramente vea la cosa, ca la sangre de grand prez es. Et
yo, maguera que a ciegas andude en Senceba, non quiero
facer otro mal en Dimna sin prueba e sin certedumbre; et
aquel que te lo fizo saber echado lo ha sobre tu alma�
Dijo la madre del león: �Verdat dices, mas yo ten�a que
complir�a asaz lo que te yo contar�a, e me creer�as.� Dijo el
león: �Non digo yo que non es como t� dices, mas quiero
que me digas qu� es e folgar� m�s m�o corazón.� Dijo ella:
�Si por tal me tienes, justicia aqueste falso como meresce tal
como �l.� Dijo el león: �Debes me decir qui�n te lo dijo, ca
non es esto ningunt da�o.� Dijo la madre: ��Sabes qu� es el
da�o que yo ende haber�?; que me menospreciar� aquel que
me lo encomendó e se fió por m�, quel fallir� en ello, et,
cuando yo ficiere esto, que fiar� ninguno por m�.� Cuando
esto oyó el león entendió que non le dir�a el nombre de
quien gelo dijera. D�jol: �Vete.� Et ella fuese.
Et pues que amanesció envió el león por los mejores de
su mesnada, e fueron y presentes, e envió por su madre, e
vino y. Des� mandó llamar a Dimna e dujeron gelo. Des�
abajó el león la cabeza con verg�enza de la muerte de
Senceba. Cuando esto vio Dimna, fue cierto de morir, et dijo
a uno de los que estaban cerca d�l: ��Por qu� est� el león
triste e cuidando? �Acaesció alguna cosa que le fizo tristecer
por que vos hubo de ayuntar?� Dijo la madre del león: �Esto
que t� vees estar al león triste e cuidoso, non es si non por
que te ha dejado sano e salvo fasta hoy, faci�ndole t� enga�o
e enrid�ndole con tu mestura, e con tu falsedad para matar a
Senceba.�
Dijo Dimna: �Tengo que es verdad lo que dices; que el
que se trabaja en buscar bien, m�s a�na le viene el mal que a
otri, et non pertenesce al rey nin a sus mesnadas sinon los
malos. Ca dicen que quien face vida con los malos e non faz
sus obras, non estuerce de su maldat por se aguardar; ca non
galardona bien por el bien si non Dios sólo; et por ende se
apartan los religiosos en los montes e se dejan de vevir con
los homnes e de fablar con ellos, et aman m�s de facer las
obras de Dios que las de los homnes. Mas la lealtanza e el
amor que yo hab�a al rey me le ficieron descobrir la falsedat
del que le quer�a facer traición, et quer�a saltar en �l, e f�cele
entender aquello que sospechaba e las se�ales que viera, e �l
violas manifiestamente, e non acayó nada de qu�l non fue
bien cierto; et si �l pesquiriere esta cosa, e preguntare por
ella, e pensare en ella, sabr� la verdat quel fice entender; ca
el fuego que yace en la piedra e en el fierro, non se saca si
non con artes; et esto non es cosa celada, ca el cuerpo del
homne, despu�s que es pesquerido e buscado, paresce m�s
qu�l es as� como toda cosa fedrosa quier lodo, quier �l, que
cuanto m�s movida es tanto m�s fiede.
�Et yo si culpado fuese, fuir�a por la tierra, e haber�a
anchura, e non aturar�a a la puerta del rey; mas fi�ndome
que era salvo non me quit� ende nin me part� ende. Et non le
ruego �l si non, maguer que est� en duda de mi facienda, que
la mande pesquerir e catar, et aquel a quien este poder diere
que sea fiel, et non haya ninguno en que le travar, nin faga
enga�o a ninguno, e que le muestre yo mi escusación e lo
que oyere decir a los otros, e c�telo, e non quiera facer que
los dichos de los que me acusaron e me hobieron envidia. Ca
lo que el rey sopo, de como le ficieron dubdar en lo qu�l vio
de la enemistad de Senceba, que meresció por ende morir, le
debe tener de se non atrever as� a matarme; ca ya hube yo
del rey tal dignidad que me hab�an envidia por ella, e tal
privanza. Et si �l non me catare esta merced e fuere mal
consejado en mi facienda, non he otro acorro nin otro
refugio si non Dios, que sabe las poridades de los homnes e
lo que tienen en corazones e en sus voluntades. E dicen quel
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