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fulgor. Aunque Saturno sea grande, es pequeño y distante a la vista, además no lo apreciamos
mucho como metal, pues es poco valioso y muy pesado. Cuando la Luna se reúne sutilmente con el
Sol y se convierten en oro plateado, en el mundo reina la serenidad. Todo lo demás puede
conseguirse: palacios, jardines, mejillas rojas, pechos juveniles. Todo está al alcance del hombre
sabio, que puede más que nadie entre nosotros.
EMPERADOR
Escucho con redoblada atención y, sin embargo, no me convence.
MURMULLOS
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¿Qué nos importa? Esto es una diversión gastada. Tanto calendarito, tanta alquimia de pacotilla.
Ya he oído esto muchas veces. Ya he confiado vanamente en ello. Y si viene ese sabio, seguro que
es un loco.
MEFISTÓFELES
Ahí están todos pasmados en torno. No confían en el gran hallazgo. Uno delira hablando de la
mandrágora, otro del perro negro. Uno hace chistes pase lo que pase, otro le echa la culpa de todo
a la brujería y no le importa que le piquen las plantas de los pies y note que le falte el paso firme.
Todos sentís algún influjo oculto de la siempre dominante naturaleza y desde las esferas inferiores
se abre paso un indicio de vida. Si sentís un cosquilleo por todo vuestro cuerpo y, estando en un lu-
gar concreto, os sobreviene la inquietud, cavad y removed la tierra con decisión. Allá donde está el
juglar, está el tesoro.
MURMULLO
Siento en los pies un peso de plomo... Tengo un calambre en el brazo... Eso es gota... Tengo un
hormigueo en el pulgar... Me duele toda la espalda... Según estas señales, seguro que aquí está la más
rica reserva de tesoros.
EMPERADOR
Entonces, ¡adelante! No vuelvas a escaparte. Pon aprueba tus cuentos y mentiras. Voy a dejar a un lado
la espada y el cetro y, si no mientes, yo mismo acabaré este trabajo con mis nobles manos. Pero si
mientes, te arrojaré al infierno.
MEFISTÓFELES
En todo caso ya sabría yo encontrar el camino... Pero no soy capaz de decir todo lo que hay aquí sin
dueño y a la espera de uno. El labrador, abriendo surcos con su arado, saca un caldero de oro y
buscando salitre en las paredes llenas de barro, encuentra, con alegría temblorosa, oro entre sus manos.
¡Cuántos sótanos hay que abrir! ¡En qué enorme cantidad de pasadizos y cavernas ha de penetrar el
entendido en tesoros hasta llegar a la cercanía de los infiernos! En amplias cámaras subterráneas
encontrará apilados en filas, grandes copas, bandejas y platos de oro. Encontrará también copas con
rubíes engastados y, si quiere beber con ellas, encontrará a su lado vinos antiquísimos. Pero, si hay que
creer al entendido, se pudrió la madera de las duelas y fue el tártaro del vino el que rehízo el tonel. Las
esencias de tales nobles vinos, que acompañan al oro y las joyas, están sumidas en la noche y el horror.
Aquí el sabio investiga infatigablemente. Lo que se conoce de día es una broma. Los misterios habitan
en la oscuridad.
EMPERADOR
Te la dejo a ti. ¿De qué sirven las tinieblas? Si algo tiene valor ha de salir a la luz. ¿Quién es capaz de
reconocer al pícaro en la profunda noche? Entonces todas las vacas son negras y todos los gatos pardos
¡Hinca tú el arado y saca a la superficie todos esos pucheros llenos de oro!
MEFISTÓFELES
Coge la pala y el azadón y cava tú mismo. Te hará bien el trabajo de campesino, y un rebaño de
becerros de oro saldrá del suelo. Entonces, sin vacilar y alegre, podrás adornarte tú mismo y adornar a
tu amada. El brillo del oro y de las piedras preciosas enaltece la belleza y la majestad.
EMPERADOR
Pues, adelante, ¡ya estoy impaciente!
ASTRÓLOGO (Igual que antes.)
Señor, modera esa perentoria codicia. ¡Deja que pasen las alegres fiestas! La mente distraída no nos
permite alcanzar meta alguna. Primero hemos de moderarnos para, con lo que hagamos aquí arriba,
merecernos lo que hay allí abajo.
EMPERADOR
¡Pase, pues, este tiempo en regocijo! Y llegue el deseado Miércoles de Ceniza, después que festejemos
con más júbilo aún el loco carnaval.
(Trompetas. Exeunt.)
MEFISTÓFELES
Estos idiotas nunca entenderán cómo van encadenados méritos y suerte. Si tuvieran la piedra filosofal, a
la piedra le faltaría el filósofo.
AMPLIA SALA CON CÁMARAS CONTIGUAS
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(Dispuesta y adornada para el carnaval.)
HERALDO
Por estar dentro de las fronteras de Alemania, no penséis en danzas de diablos, de locos y de muertos,
pues os espera una regocijante fiesta. Nuestro señor, en sus viajes a Roma y habiendo cruzado los altos
Alpes, se ha granjeado las simpatías de un alegre reino por necesidad propia y para placer vuestro. Él, el
emperador, fue a pedir ante las Santas Sandalias el derecho al poder y, al ir allí a recoger la corona, se
trajo consigo los gorros de carnaval. Ahora es como si acabáramos de nacer; cualquier hombre de
mundo se lo pone con gusto en la cabeza, ajustándoselo a las orejas. Con él se asemeja a un loco de
remate, pero, aun así, está tan cuerdo como puede. Ya veo cómo se reúnen en grupos, se separan
dudando, se emparejan confiadamente y luego van juntándose unos coros con otros ¡ No tengáis reparo
en entrar o salir! Al final todo quedará como al principio: el mundo, con sus cien mil bufonadas, seguirá
siendo un loco.
JARDINERAS (Cantan, acompañándose de mandolinas.)
Esperando obtener vuestro aplauso,
nos hemos arreglado esta noche,
nosotras, jóvenes florentinas,
en la espléndida corte alemana.
En nuestros rizos castaños van
prendidas encantadoras flores.
Los hilos y los copos de seda
también contribuyen al conjunto.
Pues consideramos meritorio
y digno de alabanza sin más
que nuestras flores artificiales
mantengan su esplendor todo el año.
Retazos de diversos colores
van simétricamente dispuestos.
Los detalles pueden no gustar,
pero el conjunto os atraerá.
Resulta agradable contemplarnos,
jardineras galantes y jóvenes,
pues lo natural en la mujer
está emparentado con el arte.
HERALDO
Dejadnos ver los ricos canastos que lleváis sobre vuestras cabezas o que apoyáis en vuestros brazos.
¡Que cada cual elija lo que quiera! ¡Pronto!, que en la hierba y los senderos se cree un jardín. Son tan
dignas de alabanza las vendedoras como las mercancías.
JARDINERAS
Venid a este lugar ameno.
Mas no pretendáis regatear,
con pocas y sensatas palabras,
sepa cada cual lo que se lleva.
RAMA DE OLIVO CON FRUTOS
No me da envidia ninguna flor.
Evito todas las controversias,
repugnan a mi naturaleza;
yo soy la médula de la tierra
y además soy prenda y garantía,
en todos los lugares, de paz.
Hoy espero tener la fortuna
de engalanarte, bella cabeza.
GUIRNALDA DE ESPIGAS (Dorada.)
El don de Ceres al adornarnos,
por su gracia, seguirá dándosenos;
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