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caballo.
PRÍNCIPE ENRIQUE.- Oye como respira laboriosamente. Regístrale
los bolsillos. (Poins registra) Qué encuentras?
POINS.- Solo algunos papeles, milord.
PRÍNCIPE ENRIQUE.- Veamos qué contienen; léelos.
POINS.- (Leyendo) Ítem, un capón 2 chelines, 2 peniques. Ítem, salsa,
4, p. Ítem vino, 5 ch. 8 p. Ítem, anchoas y vino después de cenar, 2 ch.
6 p. Ítem, pan, medio penique.
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PRÍNCIPE ENRIQUE.- O monstruosidad! Sólo medio penique de pan
para esa intolerable cantidad de vino! Guarda el resto; lo leeremos
más despacio; déjale dormir hasta el día. Iré a la Corte por la mañana.
Iremos todos a la guerra y tendrás un puesto honorable. Procuraré a
ese obeso bribón un empleo en la infantería. Estoy seguro que una
marcha de trescientas yardas será su muerte. Haré restituir el dinero
con usura. Ven a buscarme mañana temprano. Buen día, Poins.
POINS.- Buen día, mi buen señor.
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ACTO III
ESCENA I
BANGOR- Una sala en el Palacio del Archidiácono.
(Entran Hotspur, Worcester, Mortimer y Glendower)
MORTIMER.- Esas promesas son brillantes, las personas seguras y
empezamos bajos felices auspicios.
HOTSPUR.- Lord Mortimer y vos, primo Glendower, queréis
sentaros? Y vos, tío Worcester... Por mil diablos! Me he olvidado del
plano!
GLENDOWER.- No, aquí está. Sentaos, primo Percy, sentaos, buen
primo Hotspur; porque cada vez que Lancaster oye esos nombres, sus
mejillas palidecen y, lanzando un suspiro, os desearía en el cielo.
HOTSPUR.- Y a vos en el infierno, cada vez que oye hablar de Owen
Glendower.
GLENDOWER.- No puedo censurarle por eso; cuando nací, la frente
del cielo se llenó de figuras fulgurantes y de ardientes antorchas; el
globo terráqueo, hasta su base profunda, tembló como un cobarde.
HOTSPUR.- Bah! Habría hecho lo mismo, en ese momento, si la gata
de vuestra madre hubiera parido, aunque vos no hubierais nacido.
GLENDOWER.- Digo que la tierra tembló cuando nací.
HOTSPUR.- Y yo digo que la tierra estaba en otra situación de ánimo
que la mía, si, como suponéis, tembló de miedo de vos.
GLENDOWER.- Los cielos estaban en llamas, y la tierra tembló.
HOTSPUR.- Entonces la tierra tembló al ver los cielos en llamas y no
por temor de vuestro nacimiento. La naturaleza enferma estalla a
menudo en extrañas erupciones. A menudo la tierra, en dolor de parto,
sufre atormentada por una especie de cólico por los vientos
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impetuosos, encerrados en sus entrañas, los que, buscando una salida,
sacuden esta vieja comadre, la tierra, y derriban campanarios y torres
cubiertas de musgo. A vuestro nacimiento, nuestra abuela la tierra
sintiendo esa indisposición, entró en convulsiones.
GLENDOWER.- Primo, de muy pocos hombres soportaría esas
contradicciones. Permitidme repetiros que, cuando nací, la frente del
cielo se llenó de figuras fulgurantes; las cabras huían de las montañas
y los rebaños llenaban de extraños clamores las espantadas llanuras.
Esos signos me han hecho un hombre extraordinario; todo el curso de
mi vida muestra que no estoy en la lista de los hombres comunes.
Dónde está, en el recinto trazado por el mar que murmura sobre las
costas de Inglaterra, de Escocia y de Gales el viviente que pueda
llamarme su discípulo o me haya enseñado algo? Y sin embargo,
encontradme un hijo de mujer que pueda seguirme en las fastidiosas
vías de la ciencia y marchar a mi lado en las más profundas
experiencias.
HOTSPUR.- Creo que nadie habla mejor el caló galense... Me voy a
comer.
MORTIMER.- Vamos, primo Percy, le vais a volver loco.
GLENDOWER.- Yo puedo evocar los espíritus del fondo del abismo.
HOTSPUR.- También lo puedo yo y cualquier hombre puede hacerlo;
falta saber si vienen, cuando los llamáis.
GLENDOWER.- Y puedo enseñaros, primo, a ordenar al diablo.
HOTSPUR.- Y yo puedo enseñarte, primito, a humillar al diablo,
diciendo la verdad.«Di la verdad y humillarás al diablo». Si tienes el
poder de evocarlo, tráelo aquí, juro que verás como le humillo. Así, en
tanto que vivas, di la verdad y humillarás al diablo.
MORTIMER.- Vamos, vamos; basta de esa charla inútil.
GLENDOWER.- Tres veces Enrique, Bolingbroke afrontó mi poder;
tres veces, desde las orillas del Wye y del arenoso Saverna, le puse en
fuga, descalzo y batida las espaldas por lluvia tormentosa.
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HOTSPUR.- Descalzo y bajo un tiempo semejante! Cómo diablos
pudo evitar las fiebres?
GLENDOWER.- Vamos, he aquí el plano; debemos dividir nuestros
dominios, de acuerdo con nuestra triple convención?
MORTIMER.- El arzobispo los ha dividido en tres partes exactamente
iguales. La Inglaterra, desde el Trent y el Saverna hasta aquí, al sud y
al este, se me asigna por parte; todo el oeste, el país de Gales más allá
del Saverna y todo el fértil territorio comprendido en ese límite, a
Owen Glendower; y a vos, querido primo, todo lo que queda al norte,
a partir del Trent. Ya nuestros contratos tripartitos están prontos; solo
nos resta sellarlos respectivamente (operación que puede hacerse esta
noche); y mañana, primo Percy, vos y yo, como mi buen señor de
Worcester, marcharemos a reunirnos con vuestro padre y el ejército
escocés, como hemos convenido, en Shrewsburg. Mi padre Glendower
no está aun pronto y su ayuda no nos será necesaria hasta dentro de
catorce días. En ese tiempo (a Glendower) habréis podido reunir
vuestros arrendatarios, amigos e hidalgos de la vecindad.
GLENDOWER.- En más breve tiempo me uniré a vosotros, señores y
vuestras damas irán bajo mi escolta. Es necesario que tratéis de partir
pronto sin ser vistos y sin despediros de ellas; porque va a haber un [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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