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armatoste quemado -. Salió de aquí y se alejó rodando y, ¿sabe una cosa? No había
conductor del robot ni nada parecido. Tenía exactamente el mismo aspecto que esto, sólo
que más pequeño.
- He aquí un misterio - dijo Bill descendiendo de la duna a grandes zancadas y
guardándose el arma en la pistolera -. Ya he oído el final... Ahora cuénteme lo que ocurrió
antes.
- Después del agua - dijo Meta, y tosió -. Éste ha sido un trabajo muy seco.
Cuando se hubo zampado un vaso lleno de agua y repetido la historia a gusto de todos,
examinaron los restos quemados, patearon los flancos metálicos y admiraron las enormes
huellas de sus orugas. Curiosearon la cabina en forma de pala en la que ella había estado
cautiva, y acabaron sabiendo poco o nada.
- Usted, Cy - ordenó Praktis -, usted es el trasto tecnológico que tenemos. Déle un
repaso a esa cosa mientras yo planto el almuerzo. Le dejaremos un poco.
Estaban acabando de almorzar, chupándose los dedos grasientos y frontándolos contra
la arena para limpiarlos, cuando Cy BerPunk se reunió con ellos, apoderándose con
fruición de su porción de carne.
- Muyrr rintrlesante - dijo con la boca llena.
- Trague primero y hable después - le ordenó Praktis.,
- Muy interesante. Esta máquina parece haber sido hecha de una sola pieza. No se ven
soldaduras ni remaches ni nada parecido. Y es completamente autosuficiente. En ese
abombamiento de la parte frontal hay muchas cosas que parecen circuitos y memorias.
Hay entradas de radar, sonar y lo que podría ser un detector infrarrojo. No posee armas ni
nada parecido. Hasta donde puedo opinar, simplemente se limita a rodar por ahí y llenar
la pala en la que Meta se vio atrapada. El motor es la parte interesante. Energía solar,
placas en la parte superior, creo que he encontrado grandes baterías. Luego una bomba
hidráulica y lo que podría ser una red hidráulica...
- ¿Qué son todos esos podría ser y parece? Yo creía que usted era el niño prodigio de
la tecnología.
- Lo soy. Pero no podré realizar muchos prodigios hasta que tenga una sierra de
diamante. En lugar de una red hidráulica, eso parece una red de túneles abiertos en el
metal macizo para que corra el fluido. No es rentable en absoluto y yo nunca había visto
antes una cosa así. Y ésa no es la única cosa diferente...
- Ahórreme todo el rollo tecnológico - gruñó Praktis -. Ese pequeño misterio se quedará
así. Tenemos que seguir las huellas de ese otro que se escapó. También va en la misma
dirección que debemos seguir nosotros, hacia las luces. Puede que lleve un mensaje para
dar cuenta de nuestra posición...
- ¿Dar cuenta a quién? - preguntó Bill.
- ¡Yo no sé quién ni qué ni cuál ni nada más que nadie de este grupo! Lo único que sé
es que cuanto más rápido nos movamos más posibilidades tendremos de seguir
moviéndonos. Me gustaría encontrarlos, a los «quienes» o a los «qués», antes de que nos
encuentren a nosotros. Así que, arreando.
Por una vez, Praktis se había quedado sin argumentos. Comparó durante un rato las
huellas con la dirección de la aguja de la brújula, pero luego la guardó. Marchaban en la
dirección correcta. Era un día largo y caluroso; pero sin embargo, Praktis no ordenó un
alto hasta que ya era casi de noche. Se puso a observar con el ceño fruncido las huellas
que desaparecían en la oscuridad; Bill se le acercó y las observó con el ceño fruncido
junto a él.
- ¿Está pensando lo mismo que yo estoy pensando, Bill? - preguntó Praktis.
- Sólo si usted está pensando en que la cosa que perseguimos no tiene que pararse a
descansar y continúa huyendo.
- Es exactamente lo que estoy pensando.
- Será mejor que apueste vigías, esta noche. No queremos que nadie más sea paleado
en medio de la oscuridad.
Se turnaron para hacer guardia, aunque no lo hubieran necesitado realmente. El sonido
de los motores que se dirigían hacia ellos era suficientemente audible. Ya estaban bien
enterrados en la arena de la cima de una duna y con las pistolas a punto para disparar,
cuando el rugido se volvió ensordecedor. Provenía de todas direcciones.
- Estamos rodeados - gimió Wurber, y luego dejó escapar un grito cuando alguien le
propinó una patada.
Pero no ocurrió nada más. El sonido de los motores retumbó más y más y luego
disminuyó ociosamente hasta convertirse en un rumor de fondo. Ninguna se les acercó.
Después de un rato, la curiosidad de Bill pudo más que él y se arrastró fuera de su
escondite para hacer un reconocimiento. Había suficiente luz proveniente de las estrellas
como para que pudiera distinguir las formas que aguardaban al pie de la duna.
- Estamos rodeados - informó a su regreso -. Cantidades de máquinas enormes. No
pude distinguir detalles, pero están por todas partes, oruga con oruga. ¿Deberíamos
intentar pasar entre ellas?
- ¿Por qué? - preguntó Praktis con inexorable realismo -. Ellas saben que estamos aquí
y nos aventajan con mucho en número. Si tratamos de liar las cosas en medio de la
oscuridad, no sabemos lo que podría ocurrir. Sudémosla hasta que se haga de día.
- De esa forma, al menos podremos ver quién nos aniquila - se burló el capitán Bly
mientras se tragaba una píldora -. Prefiero colocarme. Quizá despierte muerto, pero al
menos no me enteraré.
Nadie discutió con él. Los que pudieron dormir, durmieron. Bill lo intentó con fuerza
pero con absoluta falta de éxito. Al final se sentó en la cima de la duna y clavó la vista en
sus invisibles perseguidores. Meta se reunió con él y le pasó un cordial brazo por encima
de los hombros.
- Se siente solo, preocupado, asustado y tiene miedo. Puedo sentirlo - dijo ella.
- No es demasiado difícil darse cuenta. ¿Y usted?
- Yo no. Soy demasiado dura para este tipo de cosas. Déme un beso y olvídese de
todos esos monstruos traviesos de ahí fuera.
- ¿Cómo puede siquiera pensar en el sexo en un momento como éste? - gimió Bill
apartándose recatadamente del cálido abrazo de ella -. Dentro de pocas horas podríamos
estar muertos, según lo que sabemos.
- ¿Qué mejor razón para olvidar tus problemas, tesorito? ¿O es que no te gustan las
chicas? - El ceño fruncido de ella atravesó, ardiente, la oscuridad.
- Me gustan las chicas. De veras que me gustan. Pero no ahora. ¡Mire! - Su voz
expresaba alivio mientras exclamaba -: ¿No se está aclarando el cielo? Será mejor que
despierte a los demás.
- Los demás están despiertos - dijo una voz desde la oscuridad -. Y nos estábamos
divirtiendo realmente con el diálogo.
- ¡Ustedes son un grupo de bastardos voyeurs! - gritó Meta y disparó salvajemente
hacia la oscuridad con su pistola desintegradora. Pero ya se habían puesto a cubierto y
nadie resultó herido. Ella murmuró sombríamente para sí y luego volvió su iracunda
atención hacia las máquinas que aguardaban -. Me cargaré al primero que se acerque; le
daré justo entre los ojos. No sé qué haréis vosotros, cobardes cerdos machistas, pero
esta chica no se someterá. ¡Me llevaré por delante a tantos como pueda!
- Podría tener la amabilidad de ser razonable en este caso - le sugirió Praktis desde la
protección de su madriguera -. Limítese a dejar su arma hasta que veamos lo que ocurre.
Nos quedará tiempo de sobras para disparar, más tarde, si fuera necesario.
Se oyó un runruneo en la distancia, y todos levantaron la vista hacia la máquina que
apareció en el cielo. Era un ornicóptero que agitaba las alas y revoloteaba. Cuando pasó
volando demasiado cerca, Meta se puso en pie de un salto y le disparó con su pistola. Le
saltaron trozos de la cola se ladeó bruscamente y luego se alejó volando a gran velocidad.
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